Bella Hipodamia.
- Raymond Sànchez.
- 16 may 2015
- 1 Min. de lectura

BELLA HIPODAMIA
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Mis huesos se transparentan por debajo de mi alma. Los montes se espantan cuando ella silba como serpiente en huida. ¡Ay! Espada mía… ¿Hasta cuándo estarás sin descansar? Si ya crucé desiertos y escale montañas... ¡Brilla la espada afilada! Fortaleza mantenida, inspiración de la pantera, vuelo de águila y rugidos de león. Pues ya no es secreto para nadie que todo brilla como luces de neón... Quedará el tronco en tierra, recuerda que mi vida es un soplo. Desfallecen los huesos cuando el alma queda como fiel centinela vigilando hasta que amanezca. No valen argumentos, no se aceptan las quimeras. Duelo, ayuno, lágrimas y lamentos. Es el precio de la guerra que no entiende de criterios ni miramientos. Despiadada por naturaleza... Quien como tú, oh amor, bendito seas por multiplicarte como lo hace la hierba. ¡Amor mío! Mi remedio a todo mal, tú no eres epigrama puesto sé que eres mi pecado original. ¡Oh diosa mía! Vigorosa carcelaria de mi alma. Torrente cenagoso, amor divino y culpable de perder mi cordura. ¡Qué labios! ¿Cuántos besos he de darte? Bella Hipodamia de cabellos refrescantes y pechos airados como volcán enardecido provocante como el Himalaya, sangre de mi sangre. Entre el óleo y la acrílica; ella siempre llegó a pintar en mí una sonrisa... Una sonrisa eterna, plasmada con el corazón en sus manos, su alma en el pincel y el recuerdo que me alivia. .
Te amo Cinco Estrellas Raymond Sánchez.
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